Han pasado 110 años desde aquel 15 de abril de 1912, cuando el Titanic se hundió en el Atlántico.
La noche del 14 de abril de 1912, el Titanic, un barco que había sido descrito como «insumergible», chocaba contra un iceberg. Solo unas horas después, ya día 15, se hundió definitivamente, dejando tras de sí unos 1 500 fallecidos.
En el momento del impacto contra el iceberg, el barco viajaba a una velocidad de 41 kilómetros por hora. Solo tres horas después ya estaba bajo el mar. Durante ese proceso, el barco se dividió en dos partes, que terminaron separadas por 800 metros de distancia.
Un barco «indestructible»
La construcción del Titanic estaba enfocada, precisamente, a evitar que algo así pudiese ocurrir. De hecho, se le conocía como el «indestructible» o el «insumergible». Evidentemente, a la vista de los hechos acaecidos en su viaje de inauguración, estaban muy equivocados.
Para conseguir esa fama, habían creado un sistema innovador, por el que segmentaron el barco, dividiéndolo en varios compartimentos estancos. De este modo, si el agua inundaba un compartimiento, no podría acceder al siguiente. El problema fue que, para poder pasar las tuberías y cables eléctricos, esos compartimentos no llegaban hasta el techo. Cuando el Titanic chocó con el iceberg, el impacto fue tan grande que los compartimentos se llenaron de agua hasta el techo, pasando de unos a otros.
Se puede visitar el Titanic
En septiembre de 1985 consiguieron localizar los restos del Titanic en el fondo del Atlántico, a 650 kilómetros de Canadá. Están a una profundidad de 3 843 metros.
Ahora, gracias a unos submarinos de fibra de carbono y titanio, estos restos se pueden visitar con los viajes de la empresa británica Londres Blue Marble. En cada submarino caben 9 pasajeros, por lo que se trata de una experiencia exclusiva.
Y como tal, se paga: el tour, con una duración de 10 días y 3 días de buceo, cuesta la friolera de 97 400 euros.
Redacción