Todas las mañanas se repite la misma historia: pones el despertador a una hora prudente para que te de tiempo a prepararlo todo para acudir al trabajo, pero cuando suena eres incapaz de despertarte. Te das media vuelta y a los 10 minutos vuelve a sonar el recordatorio. No haces caso y así sucesivamente hasta que el tiempo se agota.
Por norma general, bastan 10 minutos para que una persona logre alcanzar el estado de alerta adecuado para estar despierto y levantarse de la cama. Sin embargo, para algunas personas este tiempo se prolonga en exceso, existiendo una dificultad real para lograr ese estado de alerta para despertarse. Es en estos casos extremos cuando se habla de que estas personas sufren dysania.
Se trata de un estado de conciencia alterado en el que cuesta trabajo despertar a la realidad, es decir, el cuerpo sigue pidiendo minutos/horas de sueño, a pesar de ser consciente de que es hora de levantarse. Además, este estado suele ir siempre acompañado de irritabilidad, estrés y mal humor ante la imposibilidad de despertarse.
Según los expertos, la dysana no es una enfermedad del sueño, sino un síntoma de que algo -físico, emocional o psicológico- no funciona correctamente en nuestro organismo. En este sentido, esta incapacidad crónica de despertarse está más relacionada con unos malos hábitos de sueño, estrés personal, ansiedad o depresión que con un trastorno hereditario o genético.
Redacción (Agencias)