La curiosidad no mató al gato, ni al pez

El comportamiento exploratorio, uno de los rasgos fundamentales de la personalidad de los animales, actúa como motor de la formación de nuevas especies y, por tanto, de la biodiversidad, según sugiere un estudio con peces cíclidos. La investigación encabezada por la Universidad de Basilea (Suiza) apunta además que la curiosidad de esos animales se ve influida por mutaciones genéticas específicas.

El estudio se centró en cíclidos del lago Tanganica, que presentan una extraordinaria diversidad en cuanto a forma, dieta, hábitat y coloración, lo que les permite habitar diversos nichos ecológicos y competir menos entre sí. Los investigadores sospechaban desde hace tiempo que también la curiosidad actúa como motor de la formación de nuevas especies y el equipo usó esos peces para estudiar el papel de las diferencias de comportamiento en la adaptación a distintos nichos ecológicos.

Los investigadores grabaron en vídeo cómo los aproximadamente 700 cíclidos capturados en el lago se comportaban en un nuevo entorno en forma de grandes estanques experimentales. Después todos fueron devueltos a su hábitat natural. El equipo usó las grabaciones para determinar qué zonas del estanque experimental exploraba cada pez en un periodo de 15 minutos y observaron grandes diferencias en el comportamiento exploratorio entre las diversas especies.

Los datos revelaron una fuerte correlación entre el comportamiento exploratorio y el hábitat con la forma corporal de las respectivas especies de cíclidos. Las especies que viven cerca de las costas, con una forma corporal voluminosa, son más curiosas que las especies alargadas que viven en aguas abiertas.

Redacción (Agencias).