¿Qué le hace tan adictivo al ‘petricor’?

El otoño asoma ya a la vuelta de la esquina y lo hace con un aroma casi adictivo, ese aroma a tierra mojada u “olor a lluvia” que tiene nombre propio pero poco conocido: petricor (aunque todavía estemos pendientes de que la RAE lo incluya en el diccionario). Este embriagador olor está provocado por un mezcla de compuestos volátiles emitidos por las plantas cuando se someten a alta humedad, en combinación con el ozono de la atmósfera y la geosmina que producen ciertas bacterias que habitan en la tierra.

Desde hace bastante tiempo, tanto científicos como perfumistas han tratado de atrapar y encapsular esa característica fragancia húmeda y terrosa que estamos deseando disfrutar en cuanto amainan las tormentas, especialmente las primaverales pero también las otoñales que se avecinan y que ahora vamos a poder disfrutar en nuestros propios hogares gracias a propuestas como la de Voluspa que con su gama “Temple Moss” nos invita a sumergirnos en la atmósfera de un frondoso bosque con los aromas verdes, frescos y amaderados. Esta propuesta, dentro de la colección Japonica, nos promete alcanzar un estado de serenidad, paz, meditación y pureza a través de su aroma bien sea encendiendo una de sus velas creando un momento único para dedicarnos a nosotros mismos, o a través de los difusores que nos darán una bienvenida única cada vez que entremos en casa.

Pero, ¿por qué nos gusta tanto el “petricor”? No es del todo seguro, pero la teoría que más adeptos ha congregado habla de la herencia ancestral que tenemos en nuestros genes y que nos envía directamente al cerebro una señal de supervivencia y vida.