Caos en las comunidades de insectos

El calentamiento global puede afectar a los ecosistemas y frenar el desarrollo de nuevas especies, así como limitar la biodiversidad de los insectos hasta el punto de que provocaría un caos generalizado en las comunidades de esos animales. Así se explica en un estudio dirigido por Thomas Powell, de la Universidad de Binghamton, perteneciente a la Universidad Estatal de Nueva York (Estados Unidos).

En la década de 1850, la mosca de la manzana -una importante plaga agrícola- comenzó a dividirse en dos poblaciones en el valle de Hudson (Estados Unidos). Una siguió viviendo del fruto de los espinos nativos de la región. La otra cambió a una nueva fuente de alimento: los manzanos, originalmente introducidos en América del Norte por los colonos ingleses.

El entomólogo que descubrió esto en realidad mantuvo correspondencia con Darwin acerca de que podría ser un ejemplo del origen de las especies en tiempo real. No fue hasta que los investigadores recuperaron el sistema a fines del siglo XX cuando descubrimos que tenía razón.

Los espinos fructifican tres o cuatro semanas más tarde que las manzanas, lo que resulta en un cambio en los programas reproductivos de las dos poblaciones. Eso, a su vez, tiene un impacto en varias especies de avispas parásitas que se alimentan de la mosca de la manzana, lo que demuestra el delicado equilibrio que sustenta los ecosistemas.

Para su experimento, los investigadores criaron poblaciones de moscas de la manzana y avispas parásitas en condiciones que coincidían con el promedio estacional de los últimos 10 años de datos climáticos, y luego se proyectaron condiciones más cálidas de 50 a 100 años en el futuro.

Aunque estaban en el mismo lugar, las dos poblaciones de moscas respondieron a ese cambio de temperatura de formas marcadamente diferentes. Las que vivían con espinos parecían ser más resistentes, posiblemente debido a una mayor diversidad genética. El ciclo de vida de las moscas de la manzana se desfasó con respecto a su planta huésped, lo que hizo que su supervivencia fuera tenue y pudo detener el proceso de especiación. Sin embargo, los ciclos de vida de las avispas parásitas no se vieron afectados por el calor, lo que podría tener consecuencias nefastas si no siguen el ciclo de vida de sus presas.

Redacción (Agencias).