La retroalimentación facial o el feedback facial es un planteamiento que sostiene que la activación de la musculatura del rostro implicada en la expresión de determinadas emociones influye directamente en la manera en que las experimentamos. Por ejemplo, fruncir el ceño nos haría sentirnos enfadados, mientras que la elevación de las comisuras de los labios incrementaría nuestra sensación de bienestar.
La mayoría de estudios que han puesto a prueba esta conjetura se han basado en la simulación de expresiones faciales asociadas a emociones como la alegría o la ira. Cuando después se preguntaba a los participantes sobre su estado de ánimo, la mayoría afirmaba estar sintiendo la emoción de una manera más intensa que en situaciones en las que no se activaban dichos músculos. Y la critica ha venido al pensar que los participantes eran conscientes de estar generando la emoción en sus rostros.
Pues bien, un nuevo estudio ha dividido a los participantes en dos grupos (ambos teniendo que leer unas tiras cómicas). El primer grupo tenía prohibido reírse y generar cualquier tipo de mueca facial mientras que el segundo tenía que sostener un lápiz entre los dientes (como cuando se fuerza una sonrisa). Al final, los resultados demostraron que el grupo que forzaba la musculatura de la cara, como si de una sonrisa se tratase, se divirtió mucho más que el grupo con expresión seria.
Redacción (Agencias).