Música, emociones y salud mental

«Proyecto Mupsique» apuesta por compatibilizar el uso de medicamentos con otras terapias orientadas al bienestar del paciente tras demostrar que un concierto puede mejorar los síntomas asociados a problemas de salud mental.

En 2021, el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y el Ayuntamiento de Santander, a través de la Banda Municipal que dirige Vicent Pelechano, pusieron en marcha este proyecto enfocado a la música, las emociones y la salud, que cuenta a EFE su otro impulsor, el jefe de Psiquiatría del centro hospitalario cántabro, Jesús Artal.

«Podemos utilizar la música como una herramienta terapéutica», afirma Artal, quien explica que ya han tenido «una grata experiencia reconociendo emociones y maravillosos fragmentos musicales en vivo junto a varios colectivos sociales».

Música y cantar como terapia

Este proyecto defiende que la música y cantar, sobre todo en coro, tiene unos efectos terapéuticos «evidentes».

El jefe de Psiquiatría de Valdecilla subraya que «detrás hay una base neurobiológica» porque la producción de hormonas como la dopamina, la oxitocina o la endorfina «despierta sentimientos de grupo, de tranquilidad o de bienestar. Eso está demostrado», recalca.

El objetivo de Artal es «entrar en el hospital con músicos, pacientes y niños». «Hay un campo extraordinario para empezar», asegura, porque con las personas con dolor o depresión «se pueden hacer muchas cosas».

A su juicio, la música disminuiría el consumo de ansiolíticos o analgésicos en el caso del dolor en pacientes y ahora sólo falta «vehiculizar las propuestas» porque, además, cree que «no faltarían patrocinadores para este tipo de proyectos».

El jefe de Psiquiatría de Valdecilla confía en que, «dentro de un tiempo, a la vez que se recete un medicamento, se aconseje ir a un concierto o una actividad».

Un tratamiento personalizado

Cuando percibe mejoría en un paciente y ve que «la medicación ha hecho su trabajo», el doctor Artal dice a sus pacientes que toca «activarse y volver a hacer aquello que les gusta hacer».

«A cada persona habrá que recetarle de una forma muy personalizada aquellas actividades que le permitan recuperar esa motivación y ese placer de las cosas del día a día», destaca.

En su opinión, la medicación «no llega a todas las partes de una persona depresiva«. «Cuando esa angustia fuerte empieza a ceder y a cicatrizar esa herida, es cuando hay que meter actividades sin prisa pero sin pausa», sostiene.

Funciona, pero todavía queda demostrarlo

Sin embargo, demostrar los resultados de este tipo de terapias con «estudios sólidos es muy difícil».

«Funciona, pero hay que demostrarlo con datos», dice Artal, quien recibe una respuesta «muy positiva» de los pacientes cuando «consiguen romper la barrera del no me apetece o he perdido la costumbre».

El truco, en su opinión, es «cambiar el lenguaje de la depresión que te deja sin ganas» con medicación, relación médico-paciente y psicoterapia. «A medida que lo va haciendo (el paciente), va cogiendo más ganas», apostilla. 

Redacción (Agencias)