Kylie Minogue brilla en Madrid

Qué difícil asistir a un concierto de Kylie Minogue y no quedarse prendado del buenrollismo encarnado en diva pop, de esa artista que en la noche de este lunes ha arrancado ovaciones y suspiros desde la segunda canción «al público más estruendoso», el de Madrid, en una fiesta en la que ha bailado hasta el más parado.

Unas 6.000 personas según la organización han acudido al Palacio de los Deportes de la ciudad atendiendo al llamado de su icono musical, en el primero de los dos únicos «shows» españoles (hoy actúa en Barcelona) de la gira de presentación de su disco Kiss me once.

Después del hito de su anterior tour, un repaso anormalmente sobrio y heterodoxo a algunos de sus temas para celebrar 25 años sobre los escenarios, en este periplo la australiana recupera a los apolíneos bailarines, los extravagantes diseños firmados por Dolce & Gabana y Jean Paul Gaultier y el arsenal de artificios pop que ella misma ha contribuido a instaurar.

En el cómputo de sensaciones al término del show cabe poco que reprocharle a la australiana, ni siquiera la notoria merma en medios y puesta en escena respecto a la última gran gira que pasó por España, la de «Aphrodite», extravagante y kitsch hasta el extremo, con aquel templo romano de fondo.

Tampoco puede decirse que pese la ausencia en el repertorio de algún que otro éxito supuestamente imprescindible como «In your eyes» o cortes nuevos notables como «I was gonna cancel», escrito por Pharrell Williams.

Y es que a Kylie se le perdona todo. Puede que no tenga el carisma de Madonna, pero canta mucho mejor. No baila como Beyoncé, pero es elegante y menos marcial. Posee la fragilidad que permite empatizar con Britney y a eso le añade cerebro. Resulta sexy sin caer en lo procaz como Rihanna, y además es muy divertida.

Es también la mejor relaciones públicas que pueda tener su carrera: prodiga algunas palabritas en español, firma un vinilo de una seguidora, atiende peticiones para cantar «a capella» un par de temas fuera del repertorio y hasta sube a un «fan» llegado desde Siria para tomarse una autofoto con beso incluido.

Pop, dance, disco, r&b, rock… Todas sus facetas musicales están en el «Kiss me once tour», que divide el recorrido en «besos»: el ingenuo primer ósculo, el furtivo, el dado como quien no quiere la cosa, el beso húmedo y, para acabar, el «australiano».

Frente a una especie de andamiaje levantado sobre una gigantesca pantalla, Minogue hace su aparición en el escenario reclinada sobre un sofá labial interpretando «Les sex» y, en cuanto da paso al primer clásico, «In my arms», la fiesta se desata.

Los temas se suceden con los consabidos cambios de vestuario y el ritmo no decrece gracias a «Spinning around» y «Your disco needs you», con esa fanfarria a lo Pet Shop Boys y un largo agudo sostenido al final, como diciendo: «Yo sí que canto, no como otras».

Los pocos que quedaban sentados se ponen de pie con «On a night like this» y «Slow» permite disfrutar de su lado más sensual, aunque se echa de menos, nunca mejor dicho, al cuerpo de bailarines (sorprendentemente tapados durante casi todo el concierto).

En el tramo más almibarado, con estética de «cartoon» a lo Barbie y Ken, Minogue se zambulle en un baño de espuma y recuerda tiempos pretéritos a través de canciones de sus inicios como «Hand on your heart» y «I should be so lucky».

Digna de mención es su versión de «Need you tonight», de INXS, grupo del que fuera una de sus parejas más célebres, el malogrado Michael Hutchence, pero el paroxismo llega con «Can’t get out of my mind», la canción con mayúsculas, y se mantiene con «Kids».

«Sois el público más ruidoso que he tenido hasta ahora«, reconoce Minogue ante el jolgorio que ella misma ha alimentado.

Solo hay que aguantar un par de temas nuevos, «Beautiful» (cantada con Enrique Iglesias en el disco) y el corte que titula el nuevo álbum, para alcanzar el clímax.

Convertida en reina pobre del carnaval (por lo pacato del vestuario), suelta «Love at first sight», el seminal «The Loco-motion», que fue su primer sencillo, «All the lovers» y, como cierre, «Into the blue», no sin antes regalar unos pequeños retazos «a capella» de «Confide in me», «Crystallize» y «Miles away» y dejar a Madrid ávido de futuros besos.

Redacción (EFE)