Un nuevo estudio de Oxford cuestiona la idea de que el consumo moderado sea beneficioso para la salud cerebral.
¿Una copita de vino al día para cuidar el cerebro? Parece que no. Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Oxford y publicado en BMJ Evidence Based Medicine ha concluido que incluso el consumo ligero de alcohol podría aumentar el riesgo de demencia.
Este es el mayor análisis combinado de datos observacionales y genéticos sobre el tema, con información recogida de más de un millón de personas a través de dos grandes bases de datos: el Programa del Millón de Veteranos (EE. UU.) y el Biobanco del Reino Unido.
Los investigadores siguieron durante años a participantes de entre 56 y 72 años y observaron su evolución hasta el diagnóstico de demencia, el fallecimiento o el final del periodo de seguimiento. Aunque a simple vista el consumo leve parecía vincularse a un menor riesgo, cuando se aplicaron análisis genéticos más profundos, el riesgo aumentaba de forma constante con la cantidad de alcohol ingerido.
El método usado —llamado aleatorización mendeliana— sugiere que no existe un nivel de consumo de alcohol que proteja al cerebro. De hecho, los datos muestran que cuanto más se bebe, mayor es el riesgo de desarrollar demencia, desmontando la idea de que una ingesta moderada pueda ser saludable para el cerebro.
Además, los investigadores subrayan que muchas veces los estudios observacionales previos se han centrado solo en personas mayores o no han distinguido entre quienes dejaron de beber y quienes nunca lo hicieron, lo que puede distorsionar los resultados.
A pesar de algunas limitaciones —como el predominio de personas de origen europeo en la muestra—, este estudio lanza una advertencia clara: no hay una “dosis segura” de alcohol cuando se trata de proteger la salud cerebral.
Redacción (Agencias).




