Robbie Williams aterriza en Barcelona con una noche llena de nostalgia, gloria y sudor británico

El BRITPOP TOUR arrasó en el RCDE Stadium con un repaso vibrante a tres décadas de hits

Robbie Williams demostró que sigue siendo el maestro de ceremonias más encantador del pop británico

Barcelona vivió anoche un viaje emocional y sonoro al corazón de los años noventa y dos mil. El responsable fue Robbie Williams, que trajo su esperado BRITPOP TOUR al RCDE Stadium de Barcelona, donde más de 30.000 personas corearon, bailaron y lloraron al ritmo de los himnos que marcaron una generación. Fue mucho más que un concierto: fue una celebración colectiva, un reencuentro con la música que aún late fuerte en la memoria emocional del público.


Robbie apareció en el escenario rodeado de micrófonos que simulaban una rueda de prensa en la que derrochó rebeldía con Rocket, su más reciente tema y con el que justifica el nombre de esta gira de estadios. Con chaqueta espacial, gafas futuristas y una sonrisa cómplice, el artista británico abandonó su propia fiesta para elevarse en una nave y volver al escenario boca abajo. Esto mientras arrancaba Let Me Entertain You, estaba claro que venía a jugar. La icónica canción fue la primera descarga eléctrica de una noche en la que Robbie Williams se mostró provocador, magnético y profundamente humano. El hit se sintió como una declaración de intenciones: venía a entretener, sí, pero también a conectar con su historia, con su gente y consigo mismo.


Williams no solo canta: seduce, provoca y emociona


Entre cada canción, Robbie conversaba con el público como si estuviera en su salón. Hubo
espacio para las bromas autocríticas, para recordar su pasado con Take That —»aquel grupo donde todos bailaban bien menos yo»— y para celebrar que, a sus 51 años, sigue llenando estadios. “Gracias por seguir aquí. Yo también sigo. Más viejo, más sabio… bueno, al menos más viejo”, soltó con ironía.
El artista británico alternó con soltura momentos íntimos y de alto voltaje. Lo mismo bailaba desenfrenado en Rock DJ que se sentaba para interpretar una versión acústica y casi confesional de She´s the one. El contraste no era accidental: era una forma de mostrarse completo, vulnerable, real. Y ese es tal vez el gran secreto de su magnetismo: más allá del showman, está el hombre que no teme mostrar sus cicatrices.


Britpop y un puente entre generaciones


Uno de los grandes aciertos del BRITPOP TOUR es su mirada generosa al pasado. Robbie no solo interpreta su propio legado, sino que rinde homenaje al espíritu de toda una época.
El público, una mezcla de treintañeros, cuarentones, padres con hijos y jóvenes descubriendo a Robbie por primera vez
, le respondió con una ovación que pareció no terminar nunca.


La escenografía, sin ser excesiva, fue elegante y efectiva. Grandes pantallas con visuales
inspirados en la estética VHS, clips de su pasado, luces envolventes y un cuerpo de bailarines perfectamente sincronizado con cada tema. Todo estaba al servicio de una narrativa: la del chico de Stoke-on-Trent que se convirtió en estrella mundial, cayó, volvió a levantarse y ahora celebra su historia sin filtros.


Better Man y su presencia en la gira


En medio de este viaje emocional, el BRITPOP TOUR también se siente como un apéndice vivo de Better Man, la reciente película biográfica que recorre los altibajos de la carrera de Robbie con brutal honestidad y con una enorme sensibilidad cinematográfica.
Lejos de ser solo una mirada nostálgica, la gira actúa como un espejo del filme: en el
escenario, Robbie revindica su historia sin dramatismos, pero con una madurez que solo da el tiempo. Cada canción es una escena no filmada; cada pausa, una confesión sin guion. Lo que en la pantalla es relato, en el concierto se vuelve carne, voz y aplauso.


La fiesta británica no podía ser eterna


Durante el desenlace del show hubo tiempo para Kids, Supreme y su clásica versión de My way, en la que dejó que el público cantara completo el estribillo. En ese instante, el RCDE Stadium ya no era un lugar: era un coro gigante, un eco generacional, una emoción compartida.


Cuando llegó el turno de Angels, el estadio entero se iluminó con móviles y lágrimas. Robbie se quedó en silencio varios segundos, visiblemente conmovido. Luego cantó como si le fuera la vida en ello. Fue uno de esos momentos que justifican una gira entera: el tipo de escena que convierte una noche cualquiera en un recuerdo imborrable.


Al final, tras más de dos horas de música, humor, memoria y emoción, Robbie se despidió con humildad y gratitud. Y lo cierto es que había algo profundamente sincero en su mirada, en su pausa, en su despedida.


El BRITPOP TOUR no es solo una gira más. Es el testimonio de que hay artistas cuya conexión con su público trasciende la moda o el marketing. Robbie Williams no solo cantó: nos recordó quiénes fuimos, quiénes somos y por qué la música, cuando es de verdad, no envejece.

Redacción: Adrián Ramos