Las vacaciones de verano, y la falta de una rutina escolar, implican una mayor cantidad de tiempo libre por parte de los más pequeños y, aunque parezca que mantenerse siempre ocupado es la mejor opción, aprovechar este tiempo para potenciar el aburrimiento productivo puede ser una herramienta clave para el desarrollo de la salud mental y emocional de los niños.
La sociedad actual está marcada por la mentalidad de “estar siempre ocupados”, una dinámica que también afecta a los niños, especialmente durante el verano. Mantener a los pequeños siempre entretenidos a través de actividades, campamentos, viajes o el uso de pantallas se ha vuelto una práctica habitual para evitar que se aburran. Sin embargo, aunque el aburrimiento suele tener una connotación negativa, no es necesariamente algo malo y puede convertirse en una oportunidad para que los niños desarrollen su creatividad e imaginación. Y es que, cuando los pequeños disponen de tiempo libre sin actividades estructuradas, se ven obligados a inventar sus propios juegos, resolver problemas y explorar su entorno. Estas experiencias fomentan habilidades tan importantes para el futuro como la independencia y la resiliencia. Otro punto clave del aburrimiento, y más teniendo en cuenta la era digital actual donde las respuestas y las gratificaciones son instantáneas, es el papel que esta sensación juega en la capacidad de los niños para desarrollar adecuadamente la paciencia y la tolerancia a la frustración. De esta forma, para conseguir un verano saludable, es fundamental combinar períodos de hacer cosas con momentos de inactividad, ya que no solo equilibra la vida diaria de los niños, sino que también promueve su desarrollo integral.
Ante esta situación, los expertos de Cigna Healthcare han elaborado una serie de recomendaciones para que los padres gestionen el tiempo libre de sus hijos de manera más efectiva durante el verano:
· Fomentar el aburrimiento productivo: Permitir que los niños experimenten momentos tediosos de forma ocasional puede ser beneficioso para su desarrollo. El aburrimiento productivo impulsa a los niños a buscar actividades y soluciones por sí mismos, fomentando su creatividad e independencia. Proporcionar materiales creativos, como papel, pinturas u otras herramientas, les ayuda a explorar su imaginación y crear juegos y proyectos únicos. Esta práctica no solo les enseña a entretenerse por sí mismos, sino que también fortalece su capacidad para manejar situaciones de frustración y encontrar soluciones originales.
· Utilizar las pantallas con control y de forma saludable: A menudo, los padres emplean la televisión, ordenadores, móviles u otros dispositivos electrónicos para evitar que sus hijos se aburran. Reflejo de esto es que, actualmente, el 84% de los niños españoles de 1 a 3 años supera el límite de tiempo máximo de exposición a pantallas recomendado por expertos, una cifra que asciende al 88% en niños de 4 a 6 años, tal y como muestra un estudio del Instituto Tecnológica de Producto Infantil y Ocio (AIJU). Para asegurar un equilibrio saludable entre el tiempo de pantalla y otras actividades, es fundamental establecer límites claros para el uso de dispositivos electrónicos. Definir un horario específico (por ejemplo, asignar una hora por la mañana y otra por la tarde para el uso de pantallas) permite espacio para actividades al aire libre, hobbies, y tiempo en familia sin distracciones tecnológicas. Además, crear zonas libres de dispositivos en casa, como los dormitorios o el comedor contribuye a esta desconexión.
· Espacio para los amigos: Fomentar que los niños jueguen y pasen tiempo con amigos es crucial para su desarrollo social y emocional. Organizar quedadas en parques, apuntarles a un campamento o involucrarles en actividades que le gusten donde puedan conocer a otros niños, promueve la empatía y el sentido de pertenencia, además de ofrecer un entorno seguro para aprender y crecer juntos. Estas interacciones fortalecen la autoestima y la confianza en sí mismos, preparándolos para enfrentar desafíos y construir conexiones positivas en el futuro. En aquellos casos en los que la socialización sea un proceso desagradable o difícil para el niño, será necesario ir avanzando poco a poco para ayudarles en esta fase de interacción sin forzarles ni obligarles a hacer cosas con las que no se sientan cómodos.
· No dejar de lado la rutina: Mantener una rutina diaria durante las vacaciones de verano que incluya tiempo para aprender, leer, jugar y participar en actividades extracurriculares, no solo promueve un desarrollo holístico, sino que también enseña la importancia de la organización y la gestión del tiempo. Es cierto que, aunque es importante que los niños también descansen de los deberes del colegio, hay otras formas de seguir aprendiendo de manera experiencial. Por ejemplo, si le encantan los animales, llevarlo de excursión al bosque puede ser una forma divertida y educativa de ampliar su conocimiento. Además, asignar a los niños ciertas tareas, como ayudar en el hogar, aumenta el sentido de la responsabilidad y fomenta la colaboración dentro de la familia. La clave es encontrar un equilibrio entre el descanso y las actividades que le estimulen.