La inteligencia artificial (IA) se nutre de algoritmos, big data y ecuaciones que pueden también servir para iluminar cambios en un sector energético enfocado a la sostenibilidad. De este modo, se busca reducir dependencias externas, un camino que suma aplicaciones, simulaciones y “gemelos” para ahorrar y rentabilizar inversiones.
Tras la guerra en Ucrania la luz se ha visto encarecida y con una fuerte dependencia hacia otros países. Es por ello por lo que los expertos han tenido que poner el foco en fuentes sostenibles y también en inteligencia artificial.
El catedrático del Departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada (UGR), Jesús Chamorro, y el profesor contratado doctor del mismo departamento, Miguel Molina, aplican esta tecnología disruptiva al sector y trasladan los avances del laboratorio a la empresa y al consumidor.
La inteligencia artificial gana protagonismo
El sistema energético ha cambiado mucho en los últimos años y ha dejado casi en blanco y negro la imagen de una persona que físicamente acudía a una casa a mirar el contador eléctrico para medir el consumo. Ahora se usa la inteligencia artificial.
«Cada casa genera información cada quince minutos, que llega a un centro que la gestiona. Ese gran volumen hace que la inteligencia artificial y la gestión de datos tenga un nicho de aplicación muy amplio», explica Chamorro, que dice que «cuando hay muchos datos» aparecen los expertos en IA.
Conocer para predecir
Analizando los datos de empresas se puede conocer la realidad del gasto energético y con ello tomar mejores decisiones para generar un cambio sostenible.
La IA permite además sensorizar redes y edificios completos, pero también -en una escala más pequeña- sirve para «leer» los datos que ofrecen esos «cacharros» inteligentes que hay en cada vez más casas y que dibujan perfiles de consumo.
«Nos permiten saber cómo optimizo, qué hora es la mejor para poner una lavadora o para recargar el coche. Con esos datos se ha abierto un abanico gigantesco de trabajo», añade Molina, que reconoce que ninguna empresa quiere quedarse atrás en IA.
El bien común del que habla Chamorro busca coordinar y optimizar recursos y tiene como aliado técnicas de predicción, planificación y control con inteligencia artificial.
«Si sé que el fin de semana no hay nadie, se apaga el edificio. Pero la IA también sirve para saber a qué hora encender la calefacción si hay una reunión a las seis, porque igual interesa encenderla una hora antes con una subida progresiva», ejemplifica Molina.
Redacción (Agencias)