Bunbury, dice adiós al directo

Idolatrado y denostado, carismático y desmesurado, elegante y ‘freak’, Enrique Bunbury es un verdadero animal de escenario que ha vivido momentos de ascensión y caída y que a los 54 años se ve obligado a iniciar otra nueva vida en la que no dará conciertos por sus problemas de garganta, aunque seguirá dedicado a la música, a la pintura y a la poesía.

Enrique Ortiz de Landázuri Izardui, tomó el apellido artístico de «Bunbury», un personaje de la obra de Oscar Wilde «La importancia de llamarse Ernesto», imaginado por un protagonista de la obra teatral para encontrar excusas y librarse de planes no apetecidos y poder llevar una vida más libertina.



De familia acomodada, participó en varios grupos hasta que en 1984 germinó Héroes del Silencio, que desde su primer disco, «El mar no cesa», se convirtió en uno de los más exitosos del panorama musical. Con el siguiente, «Senderos de traición» (1990), la fama de la banda de pop-rock formada en Zaragoza se extendió por varios países europeos y latinoamericanos, especialmente en Alemania, donde explotó.

Desde sus primeros directos llamó la atención la manera de actuar de este cantante, excesivo, abrumador, gesticulador y a ratos casi en trance, bailando sin parar acompañado de una voz grave y singular sobre unos escenarios que domina desde que empezó a frecuentarlos de manera profesional hace 35 años.

«He actuado delante de 25 personas y de 250.000«, rememora Bunbury en el comunicado con el que hoy ha anunciado que sus últimos conciertos serán los ya programados en septiembre en distintas ciudades españolas.

Imagen: Bunbury (Facebook)