Adiós al «me apetece algo dulce»

Un equipo de científicos ha manipulado el sentido del gusto en el cerebro de unos ratones de laboratorio, lo que permitió suprimir su deseo por el dulce, un avance que puede ayudar a encontrar tratamientos para los trastornos alimenticios.

La investigación publicada por la revista Nature y dirigida por Charles S. Zuker, de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, prueba que se puede eliminar la capacidad del animal de desear o despreciar un gusto, a través del complejo sistema de sabores del cerebro.

La identificación de un alimento y el placer particular que provoca su ingesta suelen estar relacionados, si bien el estudio demostró que estos aspectos se pueden aislar y manipular separadamente. El mecanismo de reconocimiento del sabor se origina en la lengua -dotada de unas células que detectan y desencadenan la reacción emocional en el cerebro- y continúa en el córtex, dividido en dos regiones para lo dulce y lo amargo.

Las dos regiones se replican en el cuerpo amigdalino -formado por núcleos de neuronas pertenecientes al sistema límbico que procesan y almacenan las reacciones emocionales, y responsable de las respuestas al sabor- y su estudio permite buscar estrategias contra los desórdenes de la alimentación, como la anorexia o la obesidad.

El hallazgo demuestra que se puede manipular la reacción emocional del animal para que el dulce se convierta en un sabor repulsivo y el amargo en uno atractivo, por lo que sería posible suprimir su deseo por alimentos calóricos.

Redacción (EFE)