Es la provocadora pregunta que aparece pintada en una furgoneta que recorre las calles de Nueva York. Y no, no vende perritos calientes ni albóndigas… se encarga de vender pruebas de ADN a quien sospeche que no es el auténtico progenitor de sus hijos. Como era de esperar, el servicio convierte en ocasiones al vehículo en un verdadero «hotel de los corazones rotos».
Conocer la desgracia o la alegría le cuesta a los interesados entre 299 y 575 dólares. Después se les envía los resultados por correo o se les dice en persona, un trabajo que puede ser «realmente duro a veces».
«Hay drama, mucho drama. A veces ves a un hombre entrar con su bebé, les ves juntos y lo único que esperas es que sea su padre», asegura Rosenthal, el encargado de recorrer la Gran Manzana con ese vehículo. El conductor recuerda historias difíciles como la de un hombre que se enteró de que no era el padre biológico de su hijo de cinco años, cuya cara llevaba tatuada en el pecho.
Pero Rosenthal también ha sido testigo de historias con final feliz, como la de un neoyorquino de 44 años que confirmó, después de hacerse las pruebas en esa furgoneta, que era el padre biológico de una joven de 20 años que le contactó a través de la red social Facebook.
Y si antes comparábamos la furgoneta de paternidad con una furgoneta de venta de comida, puede que tengan algo en común aparte de cuatro ruedas: si el padre no va a la furgoneta, la furgoneta va al padre. El vehículo cuenta con un servicio a domicilio, por si los supuestos padres quieren recibir la noticia en casa… ¡y en el momento!
Redacción (Agencias)