La crisis y la Feria de Abril

La 165 edición de la Feria de Abril de Sevilla ha acabado esta medianoche tras seis días de fiesta que han estado marcados por los cambios de hábitos ciudadanos, obligados por la crisis, y por la lluvia de los últimos días. Los sevillanos han seguido acudiendo de forma masiva a la Feria, aunque la mayoría lo ha hecho más tarde de lo habitual, a las cinco de la tarde en vez de a las tres, para no gastar comiendo en las casetas, lo que también se ha notado a la hora de la cena.

Otro cambio detectado ha sido la menor afluencia de coches de caballos, cuya proliferación motivó hace unos años que los 1.400 matriculados tuvieran que alternar su presencia en la Feria en dos turnos para no colapsar las calles. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ha reconocido que este año «ha habido menos coches de caballos, menos caballistas y menos consumo porque se están recogiendo menos residuos sólidos que otros años». No obstante, ha subrayado que el ambiente que se ha vivido ha sido el mismo que en años anteriores porque en Sevilla «si no hay para productos caros, con un tomate con sal y una tortilla de patatas también disfrutamos la feria».

También cambió este año, por la crisis, el uso tradicional de la caseta municipal, donde se han eliminado las recepciones para ahorrar unos 100.000 euros y se ha quedado como lugar de trabajo para los distintos servicios municipales. La Diputación de Sevilla, los partidos políticos, sindicatos y numerosas empresas se sumaron a la eliminación de las recepciones. Como símbolo de la crisis, un casetero desmontó en el ecuador de la Feria una de las casetas por impago de los socios, que tuvieron que comprometerse ante notario a saldar la deuda en los próximos días para poder seguir funcionando hasta el final de la fiesta.

A pesar de estos datos relativos a la crisis, la ciudad prevé ingresar unos 600 millones de euros de los negocios generados por la Feria, lo que supone el 3,5 por ciento del Producto Interior Bruto de Sevilla, aunque 75 millones menos que el año pasado.

Irene Belmonte – Agencias