Un estudio de Cambridge y Glasgow revela por qué algunos virus aviares pueden prosperar en temperaturas que normalmente frenan a los virus humanos.
Los virus de la gripe aviar vuelven a ponerse en el punto de mira. Una nueva investigación de las universidades de Cambridge y Glasgow, publicada en Science, señala que estos patógenos son especialmente peligrosos para los humanos porque pueden replicarse a temperaturas más altas que una fiebre común, uno de los mecanismos naturales que usamos para frenar infecciones.
El equipo científico identificó un gen clave que determina la sensibilidad térmica del virus. En pandemias históricas como las de 1957 y 1968, este gen pasó de virus aviares a virus humanos, permitiendo que las nuevas variantes prosperaran con mayor facilidad.
Mientras los virus de la gripe humana suelen instalarse en las vías respiratorias superiores, a unos 33 °C, los virus aviares prefieren temperaturas más elevadas: en aves como patos o gaviotas infectan el intestino, donde se alcanzan 40–42 °C. Esto les otorga una resistencia térmica que los hace particularmente difíciles de frenar en humanos.
Los investigadores comprobaron que la fiebre detiene eficazmente la replicación de virus de origen humano, pero no bloquea con la misma eficiencia los virus de la gripe aviar. De hecho, un aumento de solo 2 °C fue suficiente para convertir una infección humana grave en una leve… pero esta mejora no se aplicó a los virus aviares.
Matt Turnbull, del Centro de Investigación de Virus en Glasgow, recuerda que el intercambio de genes entre virus humanos y aviares es una amenaza constante: “Esto podría explicar por qué pandemias como las de 1957 y 1968 causaron enfermedades tan graves”.
Por su parte, Sam Wilson, de la Universidad de Cambridge, advierte que, aunque las infecciones humanas por gripe aviar no son frecuentes, cada año se registran casos y las tasas de mortalidad históricas —como las del H5N1, que superaron el 40%— siguen siendo alarmantes.
Comprender por qué los virus aviares resultan tan agresivos en humanos es esencial para mejorar la vigilancia epidemiológica y la preparación ante futuras pandemias. Aun así, los expertos subrayan que se necesita más investigación antes de aplicar estos hallazgos a tratamientos o protocolos clínicos.
Redacción (Agencias).




