El 70% de los españoles creyó al menos una narrativa falsa sobre el gran apagón, revelando la fuerza de la desinformación en redes.
El pasado 28 de abril, España se quedó sin luz durante varias horas. Pero lo más preocupante llegó después: la mayoría de la población creyó al menos una mentira sobre lo ocurrido.
Según una nueva encuesta publicada por la coalición Climate Action Against Disinformation (CAAD), el 70% de los españoles admite haber dado por cierta al menos una narrativa falsa sobre las causas del apagón eléctrico, desde ciberataques hasta experimentos secretos del gobierno.
El mito más repetido fue el que culpaba a las energías renovables. Esta teoría fue especialmente creída por los votantes de Vox, según revela el estudio, realizado a partir de las respuestas de 1.200 personas.
La encuesta pone el foco en un problema cada vez más visible: la desinformación sobre el cambio climático y las soluciones energéticas. Para Philip Newell, copresidente de comunicaciones de CAAD, este caso demuestra cómo “los influencers explotan las crisis para difundir mentiras orquestadas que contaminan el debate público”.
¿Quién frena el caos informativo?
Más del 70% de los encuestados cree que combatir la desinformación climática es clave para proteger la libertad de expresión y el debate informado. Además, dos tercios apoyan medidas legales contra las redes sociales que no actúen frente a la difusión de bulos y que sigan permitiendo publicidad de combustibles fósiles.
Carlos Hernández-Echevarría, coordinador de Políticas Públicas de la Fundación Maldita.es, recuerda que la Ley Europea de Servicios Digitales obliga a las plataformas a tener planes para frenar la desinformación durante emergencias como la del 28A.
“Mientras el país se mantuvo tranquilo, en TikTok se viralizaban vídeos manipulados con escenas falsas de pánico y delitos”, explicó Hernández-Echevarría.
La conclusión es clara: aunque España pasó con calma la crisis energética, no logró esquivar el apagón informativo. Las redes sociales, sin filtros efectivos, siguen siendo terreno fértil para la confusión. Y ahora, más que nunca, la ciudadanía pide que se pongan límites.
Redacción (Agencias).




