El aguilucho pálido no siempre migra

Un estudio con seguimiento GPS muestra que casi la mitad de los aguiluchos pálidos en España se quedan cerca de casa tras la cría y que los juveniles son los más viajeros.

Resulta que no todos los aguiluchos pálidos deciden hacer las maletas cuando acaba la temporada de cría. Un estudio recién publicado por SEO/BirdLife y presentado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid lo deja claro: casi la mitad de estos majestuosos cazadores del cielo optan por quedarse cerca de casa cuando termina el verano.

Esta especie, la más amenazada de los aguiluchos que se ven por la península Ibérica, sigue enfrentándose a un futuro incierto. Según el Libro Rojo de las Aves, está en peligro, con unas 1.000 parejas reproductoras en toda España y una población que ha bajado más de un 20 % en los últimos años.

Gracias a un seguimiento GPS a 41 ejemplares, el estudio del programa Migra —en colaboración con la Universidad de Alicante— ha identificado hasta cuatro estrategias distintas de comportamiento tras la cría:

  • Sedentarismo total
  • Pequeños desplazamientos
  • Migraciones cortas
  • Migraciones largas

Esto habla muy bien de la capacidad de adaptación de esta especie. Algunos incluso cambian de estrategia cada año. Si un verano migran, al siguiente puede que se queden tranquilamente en sus campos habituales.

Durante la cría, que suele ir de marzo a julio, el aguilucho pálido prefiere los terrenos agrícolas (más del 70 % del tiempo), aunque también le va el rollo más salvaje con zonas de matorral. Y como en muchas especies, los machos se mueven más que las hembras, recorriendo áreas más amplias.

¿Y los más jóvenes? Empiezan a moverse en agosto y, como buenos exploradores primerizos, recorren más distancia que los adultos, superando los 900 km en otoño. En su segundo año, sin embargo, ya aprenden el camino y optimizan sus rutas, demostrando que la experiencia también cuenta en el mundo alado.

Redacción (Agencias).